Cambiar de opinión es cada vez más difícil ¿Vos que opinas?
Hoy se valora en exceso a la opinión propia y muy poco a la ajena, sobre todo si hay discordancia,
¿Nuestra opinión es inamovible? ¿Nos animamos a ponerla en juego?
"El sabio puede cambiar de opinión. El necio, nunca."
Immanuel Kant
Esta frase resuena con una verdad que, paradójicamente, nos cuesta aceptar en la era digital: cambiar de opinión es una de las tareas más difíciles para el ser humano. Hoy, en un mundo donde opinar parece más importante que reflexionar o pensar, ¿Qué nos impide mirar nuestras propias ideas con el escepticismo necesario?
Hace unos días, estaba conversando con un amigo y salió el tema del tráfico en nuestra ciudad, en Córdoba, y el problema de estacionar, de circular a ciertas horas pico y del caos en la forma de manejar. Él, convencido, me decía: "El problema es que hay gente que no debería manejar, que debería aprender a respetar a los demás, hacen falta más controles municipales y multas más caras." Yo, que uso bastante el auto, tiendo a pensar como el problema más importante a la cantidad de vehículos con una sola persona que circulan. Es una opinión contra la otra, basada en nuestra experiencia, en lo que vemos y vivimos a diario. Ese es el alcance de nuestra percepción y perspectiva sobre el problema, y lo mirábamos desde dos ángulos distintos.
¿Qué pasaría si un urbanista, con datos de flujo vehicular, del transporte público y del privado, el estado de las calles y los sentidos de circulación nos diera un diagnóstico claro, con propuestas de soluciones basadas en la evidencia? Probablemente, nuestra "opinión" de café se pondría en jaque. Esto me lleva a pensar en un punto clave, qué es una opinión:
una opinión es una apreciación subjetiva, personal, que no siempre es demostrable o verificable, a diferencia de un dato científico o un diagnóstico profesional.
La semana pasada se publico una noticia que me llenó de orgullo: científicos argentinos lograron un avance importantísimo en la investigación de una nueva y posible terapéutica contra el cáncer. Un gran logro de la ciencia y la investigación, que además llega en un momento de incertidumbre para muchas entidades de investigación. Es una noticia de esperanza.
Pero, ¿qué paradoja se reveló casi al mismo tiempo? Una encuesta a nivel nacional mostró que un 67% de la población cree o está muy de acuerdo en que la cura del cáncer ya existe, pero está oculta por intereses comerciales. Este dato es contundente: trasciende edades, ideologías y niveles educativos. Revela una sospecha estructural que emerge frente a lo que no se comprende del todo o lo que genera gran dolor: el fantasma de la manipulación.
No se trata de una simple coincidencia. Como señala la propia encuesta, existe una "fragmentación en las creencias de varios consensos científicos". Parece que el conocimiento ya no es incuestionable, o al menos, no tan fácil de asimilar. Esto nos lleva a un "proceso de pluralización de verdades": una mezcla compleja de ciencia, religión, rumores y sospechas. Así es como la verdad científica coexiste, de manera contradictoria, con otras formas de sentido que construimos.
La verdad detrás de nuestras convicciones: Cómo las formamos y las mantenemos (o no)
Las opiniones son apreciaciones subjetivas y muy personales, no necesariamente demostrables ni verificables. Son juicios o valoraciones que una persona hace sobre algo o alguien, a diferencia de los hechos, que son afirmaciones objetivamente verdaderas. En el lenguaje coloquial, entendemos por opinión la actitud de una persona hacia un objeto determinado, influida por sus intereses, valores, gustos y sentimientos. El desafío surge cuando estas opiniones se solidifican y se vuelven inamovibles.
Entonces, ¿Cómo hacemos para que nuestras "verdades" tan arraigadas se mantengan firmes? Existen mecanismos psicológicos que nos impulsan a aferrarnos a ellas:
El sesgo de confirmación: Tendemos a buscar y dar más peso a la información que ya apoya lo que creemos, mientras que ignoramos o descalificamos datos que nos contradicen.
Apego emocional: Nuestras opiniones se vinculan fuertemente con nuestros valores, nuestra identidad y nuestras experiencias personales, lo que las hace más resistentes al cambio.
Refuerzo social: Recibir apoyo de nuestro grupo o comunidad que comparte nuestra visión fortalece nuestra convicción y hace más difícil desviarnos.
Miedo a equivocarse o perder prestigio: A veces, cambiar de opinión se percibe como una señal de debilidad o de ignorancia, algo que preferimos evitar.
Pero, afortunadamente, también existen herramientas que nos permiten cambiar de opinión, y que son una señal de sabiduría, no de debilidad. Si nos atrevemos a usarlas:
Exposición a nueva información: Recibir datos, evidencias o perspectivas diferentes puede desafiar nuestras creencias. Si la nueva información es confiable y relevante, puede motivarnos a reconsiderar nuestra postura.
Reflexión crítica: Analizar nuestras razones iniciales y cuestionar si están basadas en hechos, emociones o prejuicios. Esto requiere autoconciencia y disposición a admitir errores.
Diálogo o debate constructivo: Escuchar argumentos opuestos, especialmente de personas respetadas o con experiencia, puede ofrecer puntos de vista alternativos que nos hagan replantear nuestra opinión.
Experiencia personal: Vivir situaciones que contradigan nuestras creencias puede llevarnos a ajustar nuestra perspectiva basada en esa nueva realidad.
Humildad y flexibilidad: Aceptar que no somos dueños de la verdad absoluta, que podemos equivocarnos y que nuestras opiniones no son inmutables. "Cuando las circunstancias cambian, yo cambio de opinión. ¿Usted qué hace?", decía John Maynard Keynes.
Opinar en la era digital: ¿diálogo o eco?
En el vértigo de las redes sociales, donde cada quien es su propio "medio", la inmediatez de la opinión a menudo ahoga el tiempo para la reflexión. Emitimos juicios instantáneos, a veces sin atender la opinión ajena, como bien señalaba Oscar Wilde: "Hay quien cree contradecirnos cuando no hace más que repetir su opinión sin atender la nuestra." La validación que buscamos en "me gusta" y "compartidos" refuerza esta dinámica, haciendo que el acto de opinar se sienta más importante que el acto de buscar la verdad o de comprender.
Y sin embargo, la sabiduría popular, desde Kant hasta Konrad Adenauer ("No hace falta defender siempre la misma opinión porque nadie puede impedir volverse más sabio"), siempre nos ha recordado que la capacidad de cambiar de opinión no es debilidad, sino una fortaleza. Es una señal de madurez, de aprendizaje y de una verdadera apertura al mundo.
El verdadero desafío en nuestra era no es tener una opinión, sino la disposición a revisarla, a matizarla, o incluso a abandonarla cuando la evidencia, una nueva perspectiva o una reflexión más profunda así lo demanden. Es una cuestión de humildad intelectual, de reconocer que "sobre las cosas que no se conocen siempre se tiene mejor opinión", como apuntaba Gottfried Wilhelm Leibniz.
Opinar, opina cualquiera. Pero ser capaces de dudar de la propia opinión, exponerla al escrutinio y permitir que evolucione, esa es la verdadera marca de un pensador. La próxima vez que nos encontremos aferrados a una idea, recordemos que la rigidez en el pensamiento, más que una fortaleza, puede ser un obstáculo para el progreso, la comprensión y la conexión humana.
Ahora, el llamado a la acción fuerte y reflexivo:
¿Y vos? Te invitamos a hacer un ejercicio: elegí un tema sobre el que tengas una opinión muy fuerte, de esas que sentís "inamovibles". Luego, buscá activamente información que la contradiga, leé otras perspectivas, o intentá entender el punto de vista opuesto. Observá qué emociones te genera esa búsqueda.
¿Qué pasa cuando exponemos nuestras ideas a la luz de una nueva información? ¿Qué sesgos notamos que entran en juego?
Compartí tu experiencia en los comentarios o simplemente reflexioná para vos. Animate a poner en juego tus propias convicciones y descubrí el poder de una mente flexible.
Si te quedaste con ganas de probar algunas de estas ideas en tu próxima conversación, te dejo una mini guía para revisar las formas de cambiar de opinión:
Algo de esto estuvimos conversando con Coty, Miguel y Hernán en “Es un montón!” por Canal 10 de loas SRT.