El miedo a la libertad en Argentina
Una mirada a la actualidad nacional desde las ideas de Erich Fromm
"La amenaza más seria para nuestra democracia no es la existencia de los Estados totalitarios extranjeros. Es la existencia en nuestras propias actitudes personales y en nuestras propias instituciones, de aquellos mismos factores que en esos países han otorgado la victoria a la autoridad exterior y estructurado la disciplina, la uniformidad y la confianza del líder. Por lo tanto, el campo de batalla esta también aquí, en nosotros mismos y en nuestras instituciones" John Dewey
En su libro "El miedo a la libertad" de 1941, Erich Fromm nos introduce por los meandros laberinticos por donde discurre la mente humana para explicarnos (y explicarse a sí mismo) cómo el nacionalsocialismo logró ascender al gobierno en la Alemania de la mano de Hitler. Fromm no se limita a señalar las causas económicas o políticas evidentes; nos guía hacia las profundidades del alma de una época convulsa.
De ese recorrido, podemos traernos algunas fotos, algunos paisajes que hoy nos pueden ser útiles para pensarnos como ciudadanos de este país que surge bajo un modelo que se denomina libertario, y que festeja una libertad de márgenes difusos y difícil de aprehender con una definición simple.
Fromm, en su recorrido, propone una definición de libertad como una dualidad esencial para comprender la condición humana moderna. Descompone en dos tipos a esta libertad: una libertad negativa o libertad “de”, que es una fuerza emancipadora, de resistirse a los mandatos e imposiciones externas y permite la expresión de la propia voluntad; y una Libertad positiva o libertad “para”, que es la capacidad de ser uno mismo, de tomar decisiones autónomas y ser responsable de las mismas. A su vez advierte que es necesario que tengamos un equilibrio entre ambas para no caer en una alienación o en una emancipación incompleta.
Fromm subraya que, para una verdadera realización de la libertad humana, es necesario que las personas no solo se liberen de las restricciones externas, sino que también desarrollen su capacidad para ser autónomas, creativas y responsables. Esto implica un desarrollo personal y social donde la autonomía individual esté en armonía con una comunidad solidaria y comprensiva. En esencia, la verdadera libertad es un equilibrio dinámico que permite a los individuos ser libres de y libres para, viviendo vidas significativas y auténticas en un entorno que respeta y fomenta tanto la individualidad como la comunidad.
Enfrentarse a las angustias y ansiedades que generan ambas formas de libertad, conlleva un miedo, que el autor identifica como dos tipos de miedo a la libertad:
Miedo a la libertad negativa: Este temor se manifiesta cuando nos sentimos insignificantes y desprotegidos en un mundo caótico e impredecible. Quienes padecen este miedo anhelan refugiarse en una autoridad externa que les proporcione estructura y seguridad.
Miedo a la libertad positiva: Este miedo aparece frente a la responsabilidad de tomar decisiones y forjar nuestro propio destino. Muchos se sienten abrumados por esta carga y prefieren conformarse con las normas sociales y someterse a ellas.
Fromm sostiene que el nazismo supo explotar ambos miedos para ganar adeptos. Prometieron al pueblo alemán una salida a su sensación de impotencia con la figura de un líder fuerte y una comunidad unida. Al mismo tiempo, les ofrecieron una manera de escapar de la carga de la libertad individual, pidiéndoles que se conformaran con la ideología nazi y obedecieran ciegamente a sus superiores.
En este sentido el miedo a la libertad revela la paradoja de la condición humana: anhelamos ser libres, pero también tememos la responsabilidad y el aislamiento que la verdadera libertad conlleva.
Ahora bien, esto que describe y explica Fromm lo hace desde mediados del siglo XX. ¿Cómo se relaciona esto con la actualidad de argentina en 2024? Son conceptos que podemos emplear como herramientas para pensar y reflexionar sobre las condiciones actuales y ls posibilidades de desarrollar una ciudadanía responsable y libre.
Venimos de una larga historia de inestabilidad económica y social. El actual gobierno ha sabido conectar con aquellos que experimentan un profundo miedo a la libertad negativa (temor ante la incertidumbre generalizada y la imposibilidad de planificar un futuro). Muchos argentinos se sienten impotentes y desamparados frente a un panorama económico inflacionario y caótico, y buscan una figura que les prometa orden y seguridad. Javier Milei, con su retórica disruptiva, agresiva y su imagen de líder fuerte, ofrece una salida simple a esta sensación de vulnerabilidad.
Por otro lado, la figura de Milei crece montada sobre el miedo a la libertad positiva. En una sociedad donde la responsabilidad de tomar decisiones y forjar un futuro propio puede ser aplastante, se nos presenta un camino claro y definido, donde las normas y las directrices son más nítidas que las preexistentes. Su discurso contra la casta política y a favor de una economía de libre mercado ofrece una visión donde las reglas parecen más sencillas y claras, y el futuro, aunque incierto, está orientado por una aparente lógica implacable. Aun cuando el presente sea muy frustrante e intolerable, el hecho de cifrar una esperanza en una pronta (aunque no inmediata) mejoría, resulta esperanzador.
Así como el nazismo utilizó símbolos poderosos y emociones intensas para manipular a las masas y crear un sentido de comunidad y propósito compartido, Milei emplea un discurso incendiario y provocador para captar la atención y la lealtad de sus seguidores. La figura del "león" y su lucha contra "los corruptos, la casta y los ladrones" resuenan profundamente en una sociedad cansada y hastiada de promesas incumplidas.
Fromm nos advierte que el fenómeno del autoritarismo no es exclusivo de una época o lugar. Las condiciones que permitieron el ascenso de líderes autoritarios en el pasado pueden repetirse en cualquier sociedad donde los miedos a la libertad, tanto negativos como positivos, prevalezcan.
Las ideas de Fromm sobre el nazismo siguen siendo sorprendentemente pertinentes hoy en día. Nos ayudan a comprender cómo los movimientos autoritarios pueden aprovecharse de los miedos y las inseguridades de la gente para ganar poder. Y también nos recuerdan la importancia vital de proteger la libertad individual y la democracia, esas frágiles conquistas humanas que tan fácilmente pueden ser arrebatadas.
Sea el gobierno de turno del color político que sea la responsabilidad sobre nuestro destino sigue en nuestras manos. Y elegimos como enfrentar los miedos a la libertad de manera individual y colectiva, si de manera activa o adhiriendo a un modelo de liderazgo que nos ahora la responsabilidad de ejercer nuestra libertad de manera plena y equilibrada.
"Es en el plano psicológico que el fascismo es la expresión política del miedo a la libertad, es la manifestación de una crisis profunda que abarca los cimientos mismos de la civilización. La estabilidad y expansión de la democracia dependen de la capacidad de autogobierno por parte de los ciudadanos. El hombre contemporáneo, a menos que no logre restablecer una vinculación con el mundo y la sociedad que se forme sobre la reciprocidad y la plena expansión de su propio yo, está llamado a refugiarse en alguna forma de evasión a la libertad. Esa evasión se manifiesta por la creciente estandarización de los individuos, la paulatina sustitución del yo auténtico por el conjunto de funciones sociales adscritas al individuo y con la propensión a la entrega y sometimiento voluntario de la propia individualidad a autoridades omnipotentes que la anulan."
Gino Germani
¿Y qué podemos hacer para enfrentar a estos miedos a la libertad y cuidarnos de propuestas autoritarias?
Es evidente que necesitamos enfrentar ambos miedos, en simultaneo o por separado para lograr una libertad plena, y los recursos más importantes con los que contamos son:
Educación crítica: La educación es la primera línea de defensa contra el autoritarismo, aceptado como una solución al miedo a la libertad. No cualquier educación; necesitamos una educación que fomente el pensamiento crítico, que nos enseñe a cuestionar, a dudar, a investigar. Necesitamos aprender a reconocer las falacias, a desenmascarar los discursos simplistas y a valorar la complejidad del mundo, sin reducirlo a opciones dicotómicas y autoexcluyentes.
Promover la participación comunitaria: Involucrarnos en la comunidad nos ayuda a sentirnos menos solos y también más poderosos como colectivo. Al trabajar juntos en proyectos locales, reforzamos nuestro sentido de pertenencia y responsabilidad mutua. Así, la autoridad se convierte en algo compartido y no en algo atribuido a una figura distante y autoritaria.
Fortalecer la democracia desde la base: La democracia no es solo un sistema de gobierno; necesitamos que sea una forma de vida. Participando activamente en las decisiones comunes que afectan nuestra vida cotidiana. Asistamos a las reuniones vecinales, de consorcio, votemos en cada elección en la que tengamos voz y voto, y exijamos transparencia y rendición de cuentas de nuestros líderes y representantes, cualquiera sea su partido político.
Fomentar la diversidad y la inclusión: La homogeneidad es terreno fértil para el autoritarismo. Celebremos la diversidad en todas sus formas: cultural, étnica, de género, y de pensamiento. La inclusión y el respeto por las diferencias nos hacen más fuertes y menos susceptibles a los discursos que buscan dividirnos y enfrentarnos entre nosotros.
Practicar la autoaceptación y la aceptación hacia los demás: Aceptemos nuestras propias imperfecciones y las de los demás. Aceptarnos nos libera del miedo a la libertad positiva, ya que nos permite ser amables con nosotros mismos cuando tomamos decisiones y enfrentamos sus consecuencias. La aceptación hacia los demás en su diversidad nos conecta y nos recuerda que todos estamos en este viaje juntos: nadie se salva sólo.
Informarse de manera responsable: En un mundo inundado de información, es fácil perderse en el ruido. Sigamos fuentes confiables, verifiquemos los hechos y mantengámonos bien informados. Sólo compartir lo que sabemos que viene de bunas fuentes disminuye la circulación de noticias falsas que inflaman los ánimos. Una ciudadanía informada es menos propensa a caer en manos de demagogos y autoritarios.
Cultivar el arte y la cultura: El arte nos recuerda nuestra humanidad común y nos da herramientas para expresar nuestros miedos y esperanzas. La cultura nos conecta con nuestras raíces y nos da un sentido de continuidad y pertenencia. Apoyemos al arte y a los artistas, participemos en la vida cultural de nuestras comunidades.
En resumen, enfrentar los miedos a la libertad de manera responsable y evitar caer bajo el dominio de un líder autoritario requiere un esfuerzo colectivo e individual. A través de la educación, la resiliencia emocional, la participación comunitaria, la democracia activa, la diversidad, la aceptación, la información responsable y el cultivo del arte y la cultura, podemos construir una sociedad más libre, justa y resistente a las intenciones autoritarias. Porque, al fin y al cabo, la libertad no es un destino, sino un viaje constante que debemos emprender juntos.
Hola, gracias por tu comentario, la idea es comparar situaciones, sensaciones y pensar en la actualidad y la vigencia de los conceptos de Fromm.
Mucho más allá de un gobernante el miedo a la libertad es una de las vulnerabilidades que tenemos a la hora de elegir democraticamente. Y mi humilde aporte a la reflexión crítica que nos ayuda a evitar decidir desde cualquiera de los miedos que plantea el autor.
Espero aclararte un poco mejor mis intenciones al escribir este texto.
Saludos,
Que comparación simplista y tendenciosa, usando a Fromm como excusa, para comparar a un presidente elegido democráticamente, nada más ni nada menos que, con Hitler...