Empatía, del griego ἐμπάθεια
1. f. Sentimiento de identificación con algo o alguien. 2. f. Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos.
Me parece que hay algo que está en baja, que falta, que necesitamos, veo que vivimos en una sociedad cada día más acelerada y preocupada por temas generales y ajenos a lo que realmente importa, que cada día está menos ocupada en lo que realmente importa a cada quien y que este ritmo nos lleva a tener cada vez menos capacidad de empatía entre nosotros.
La Real Academia Española define empatía como:
f. Sentimiento de identificación con algo o alguien.
f. Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos.
Desde la psicología se emplea el termino desde principios del siglo XX, se tomó del alemán einfühlung (sentirse dentro de algo o alguien) y Titchener la tradujo al inglés como empathy. A su vez su empleo proviene del campo del arte para describir la experiencia estética: la empatía es la tendencia natural a sentirse dentro de lo que se percibe o imagina, tendencia que permite, en primer lugar, reconocer la existencia de un otro.
Siendo como somos un ser social, que necesitamos de vivir en comunidad, familias y sociedades, vemos que la empatía tiene un importancia primordial en la posibilidad de obrar de manera moral. Poder comprender a los demás como similares e iguales a mi me permite inferir que sentirían más o menos lo mismo que yo si les sucedieran cosas similares a las que me suceden a mi.
Operando así la empatía como la posibilidad de regular mi comportamiento que puede afectar a otros desde una inferencia de las consecuencias sobre los demás.
Un ejemplo del empleo de ésta capacidad tan humana de empatizar con otros se encuentra en un cuento corto de Edgar Allan Poe con la siguiente descripción de la técnica empleada para intentar conocer los pensamientos de alguien más:
“Cuando deseo averiguar cuán sabio, o cuán estúpido, o cuán bueno o cuán malvado es alguien, o cuáles son sus pensamientos en un momento dado, modelo la expresión de mi rostro, con la mayor precisión posible, de acuerdo con la expresión de él, y entonces trato de ver qué pensamientos o sentimientos surgen en mi mente o en mi corazón, como si coincidieran o se correspondieran con la expresión de mi rostro”. Explicación dada por un niño a Auguste Dupin en “La carta robada” de Edgar Allan Poe.
Aquí, Dupin, toma la experiencia del niño para explicar su procedimiento para poder pensar como la persona que ha escondido una carta en una habitación y así encontrarla. Resolviendo un problema que parecía imposible desde la deducción o desde el ensayo y error ya empleados por la policía.
Es a partir de la empatía que podemos contagiarnos de estados emocionales básicos (felicidad, tristeza, asco, miedo, sorpresa e ira) de manera directa y casi sin mediar palabras o procesamiento cognitivo de la información y de la propia experiencia, en este tipo identificación somos muy similares a otros primates.
Lo que nos permite distinguir a la nuestra de la de los primates y otros animales con esa capacidad, son las otras dos dimensiones de la empatía: la capacidad de autoconciencia y conciencia del otro con una identificación que si bien es temporal no confunde mi yo con el del otro; y la flexibilidad cognitiva queme permite adoptar la perspectiva de la otra persona y tener otra mirada diferentes de la propia sobre una misma cuestión.
Es un gran recurso a la hora de cambiar para mejor, es uno de los modos en que aprendemos por las experiencias de los otros. Es una habilidad que podemos ejercitar para mejorar en la capacidad de estar con otros en relaciones funcionales para todos.
Y así llegamos al punto que quiero que pensemos un poco: ¿Qué pasa si falta la empatía? y ¿Cuál es, si lo hay, el opuesto a la empatía?
Sin empatía nos alejamos de la posibilidad de relacionarnos de la manera más humana posible, de establecer un diálogo entre pares, de anticipar las consecuencias de nuestros actos sobre otras personas, de comprende los estados emocionales de los demás… con el gran riesgo de comenzar a tratarlos como objetos y que el único modo de relación posible sea manipulativo. Quien vive sin relaciones con personas está muy sólo en éste mundo. Éste estado es característico de ciertas patologías y afecciones severas que afectan la salud mental.
El opuesto a una persona empática es alguien distante, indiferente, insensible… alguien que no va a interesarse por el estado emocional de los demás salvo que ésta información ayude a su propio beneficio. Habitualmente la ausencia de empatía o de su adecuado funcionamiento regulado, es signo de enfermedad. Una de las más frecuentes es la personalidad narcisista.
Quienes tiene alterada su personalidad de ésta manera tienden a mostrarse soberbios y arrogantes, exagerando sus conocimientos, sus logros y sus capacidades. Los demás son vistos como inferiores y le interesan sólo para obtener beneficios personales, de alguna manera carecen de empatía. Les falla la parte de identificarse con las emociones propias y ajenas de manera consciente, y dejan de adoptar la perspectiva del otro para así comprender las consecuencias negativas que pueden tener su acciones en las personas cercanas.
Así la empatía como capacidad de relacionarnos moralmente con nuestro entorno social podría dejarnos vulnerables ante personalidades narcisistas o manipuladores sin escrúpulos. Dependiendo del ambiente en que nos encontremos y de los recursos que tengamos para cuidarnos será el riesgo que corremos.
Hoy, en general, en nuestra sociedad, tendemos a una sobrevaloración de características individuales por sobre las colectivas, requerimos de constantes estímulos externos que refuercen nuestra autoestima, la incertidumbre y la demora en las respuestas se han vuelto intolerables, las personas y su intimidad se han vuelto objetos de consumo, y el éxito en todo se ha vuelto lo primordial. ¿Podemos regular el funcionamiento de nuestra empatía para protegernos y para buscar mejores relaciones en ésta forma de sociedad?
Algunos autores en psicología hablan de ecpatía que es la capacidad de excluir de manera voluntaria los pensamientos, sensaciones, actitudes y motivaciones inducidas por otras personas. Sería una forma de protección ante las manipulaciones de éste tipo de personalidades narcisistas, y una característica que nos permitiría regular la propia empatía para evitar engancharnos o sufrir en exceso por los desbordes emocionales o por el contagio de emociones ajenas.
Ésta definición de empatía y sus ausencias, incluso de la ecpatía como recurso para protegernos de identificarnos y quedar vulnerables las manipulaciones vienen de la mano de una reflexión, una invitación a repensar sobre los modos de relación que establecemos en la actualidad, y de nuestras interacciones en redes sociales e internet donde algoritmos diseñados para obtener toda la información posible sobre nosotros y predecir nuestras reacciones nos dejan cada día más expuestos a las manipulaciones de éste capitalismo de vigilancia en el que vivimos.
Quizá sea hora de empezar a ejercitar ésta capacidad de empatía selectiva e incluso de desarrollar cierta ecpatía, que nos permita regular nuestra capacidad empática que es la base de una relación genuina con un otro significativo. Así poder preservarnos y contribuir a una mejor sociedad, más humana, empática, solidaria, y con relaciones significativas que mejoren nuestro estado de bienestar y equilibrio.
Este newsletter salió como una invitación a repensarnos un poco en éstos aspectos.
¡Nos vemos en el próximo!