La psicología de los objetos: entre el diseño, el consumo, el cuidado del medio ambiente y las posibles interacciones subjetivas.
De cómo una puerta mal diseñada requiere de los carteles “Tire” y “Empuje” para usarse adecuadamente.
A todos nos ha pasado alguna vez, al intentar ingresar o salir de un edificio, que al querer abrir la puerta no sabemos si tirar o empujar. También nos ha pasado al menos a muchos, de sentirnos torpes alguna vez al manipular algún artefacto doméstico, como la licuadora o cafetera ¡Ni hablar de cambiar el cartucho de tinta de la impresora!
Terminamos pensando que somos inútiles, o brutos y seguimos adelante, luego de chocarnos al empujar la puerta que había que tirar, limpiando las manchas de licuado de la mesada, o barriendo el café del piso, luego de intentar infructuosamente preparar una taza de expreso en la cafetera eléctrica italiana, o llamando al informático de turno que nos salve con la compu a minutos de imprimir un informe que había que entregar ayer.
Por lo general, y debido a fenómenos atribucionales psicológicos, que son esos en los que asignamos características humanas a los objetos, como voluntad o intencionalidad, terminamos odiando a la” malvada cafetera”, a la “vengativa impresora”, o sintiéndonos injustamente culpables de nuestra torpeza.
Eso es porque aún no hemos dedicado un tiempo a comprender las reglas básicas del diseño, entre las que figuran las de una simple interpretación para su uso desde la forma. Esto requiere que los diseñadores sepan cómo funcionamos los seres humanos a la hora de interactuar con los objetos, cómo vamos a interpretar las formas y los colores, cuales son los movimientos más naturales que hacemos y los que vamos incorporando culturalmente.
Desde su forma los objetos se comunican con nosotros, nos dicen cómo debemos interactuar con ellos a través de su diseño. Por ejemplo, una manija de sartén pide que se la agarre con la mano de cierta manera, con la muñeca flexionada de manera muy diferente a la posición para tomar una taza, o a una regadera. Si ese pedido está mal redactado es probable que no logremos entenderlo adecuadamente.
Durante más de un siglo los psicólogos nos hemos dedicado a buscar enfermedades y a tratar de curarlas, a entender los procesos de enfermar y curar, de aprender y sus interferencias, buscamos aprender cómo pueden las personas vivir mejor. Pero dejamos de lado aspectos diarios, cotidianos, la interacción con objetos ¡Estos aspectos con los que podemos participar más activamente haciendo un mundo mejor para todos!
Hay una pregunta que el lector puede intentar responder de memoria con papel y lápiz a mano, anotando en una columna un listado de los objetos con los que interactúa dese que se despierta hasta que se acuesta, y en la segunda columna simplemente agregar si esa interacción es cómoda y natural o requiere algún esfuerzo para superar obstáculos para un uso adecuado del objeto.
El psicólogo Donald Norman plantea éste y otros temas del diseño orientado a las personas, pensando que la relación con los objetos es básicamente emocional.
Un ejemplo es la cafetera de Carelman o “Cafetera para Masoquistas”, fue creada por Jaques Carleman en 1969 para su “Catálogo de Objetos Imposibles”, que de una forma irónica de señalar a la venta por catálogo pasó a ser una obra de arte coleccionable, cuya reproducción puede costar más de 350 Euros.
Muchas veces pensamos o creemos que la mayoría de nuestras decisiones son racionales, valoramos las opciones, pensamos puntos a favor y en contra, y finalmente tomamos una de las alternativas como la mejor y actuamos en consecuencia. Recientemente se está investigando y demostrando que no es tan así, que, si bien existen elecciones racionales, la mayoría son emocionales, impulsadas por lógicas que son ajenas a la racionalidad, son inconscientes. La construcción racional posterior es la que explica la decisión para nuestra consciencia y nuestro entorno, y conforman el relato que asumimos sobre la decisión.
Los tres aspectos principales, para la psicología, que están implicados en esta relación objeto – usuario, son las respuestas visceral, conductual y reflexiva.
Visceral: la impresión inicial, subconsciente de la forma, ¿el peso y la textura;
Conductual: el uso que daremos al objeto y la experiencia como usuario; y
Reflexivo: es el mensaje que nos da el diseño, y el significado, es el aspecto cultural.
Es entonces que la relación con objetos que consideramos bellos, o que pueden hacer resonar emociones y afectos en nosotros, esta información resulta crucial al momento de decidir por cual objeto, modelo o marca nos vamos a inclinar a la hora de hacer una compra. Incluso cuánto estamos dispuestos a pagar por el mismo, o dentro de qué rango de precios están los que consideramos de calidad aceptable.
Existe, además de nuestra apreciación por la belleza en el diseño, de nuestro cerebro decodificando los mensajes de los objetos según pautas preestablecidas, una serie de intereses de la industria, uno es el de la renovación de los objetos y se basa en un desgaste que garantice la necesidad de volver a comprar otro para esas funciones.
Obsolescencia programada:
La obsolescencia programada es una limitación temporal en la vida útil de un objeto, planeada desde su fabricación, con el fin de mantener en movimiento la rueda del consumo. Este fenómeno genera un exceso de residuos y es perjudicial para el medio ambiente.
La obsolescencia programada puede ser causada por factores económicos, sociales o culturales. Por ejemplo, puede ser causada por la presión de los accionistas para aumentar las ganancias, por las tendencias de la moda o por la necesidad de generar nuevas fuentes de ingresos.
A veces se vuelve demasiado evidente que un objeto no sufre tanto desgaste con su uso, o son objetos con ninguna parte móvil y de materiales que sufren poco desgaste, por ejemplo, las ollas de cocina, y que necesitan para su reemplazo que la necesidad de cambiarlas se genere en la persona del usuario. Así aparece un nuevo término:
Obsolescencia Percibida: Es la parte subjetiva, de los sutiles mensajes del medio que nos informan que nuestro objeto ya es viejo, aun cuando sigue funcionando, con la intención de que lo renovemos un poco antes de lo necesario. Está en los aspectos psicológicos de los usuarios y de la cultura.
Cuando vemos el nuevo modelo de cualquier objeto que ya tenemos, vemos que hay algunas modificaciones a su diseño, en las líneas, en el curvado del material, en el color predominante y vemos al nuestro como más antiguo, viejo, y obsoleto.
Y es en este punto del diseño, el consumo y el cuidado del medio ambiente (por la extracción de materiales para la fabricación y la disposición de los residuos de los que arrojamos como basura), que los psicólogos tenemos un rol que puede ser determinante de cómo continuemos de aquí en más.
Ahora ¿Cuál es el papel de los psicólogos en el diseño de objetos?
Los psicólogos podemos desempeñar un papel importante en el diseño de objetos que sean más respetuosos con el medio ambiente y que satisfagan las necesidades emocionales reales de los usuarios. Formando y capacitando a las personas a detectar las estrategias de las publicidades, de las campañas, ayudando a elucidar las tácticas que usan para manipularnos.,
Los psicólogos, o el estudio de la psicología de los objetos, pueden ayudar a los diseñadores a comprender mejor cómo los humanos interactuamos con los objetos, y cómo el diseño puede influir en la experiencia del usuario.
Por ejemplo, los psicólogos pueden ayudar a los diseñadores a crear objetos que sean intuitivos y fáciles de usar, que sean atractivos a nivel emocional, a la vez que sean duraderos y respetuosos con el medio ambiente.
La psicología de los objetos es un campo complejo y en desarrollo. Los psicólogos tienen un papel importante que desempeñar en el diseño de objetos que sean más respetuosos con el medio ambiente y que satisfagan las necesidades emocionales de los usuarios, a la vez que las utilitarias.
Ahora es el turno del lector de reflexionar sobre su relación (y la de todas las personas que le rodean) con los objetos más cotidianos, y tomar medidas para reducir el impacto en la economía personal, familiar, y en el medio ambiente.
¿Qué priorizas al elegir un objeto para su compra?
¿La marca, la calidad, la durabilidad, la moda, la belleza del diseño, su usabilidad, la emoción que te genera adquirirlo?