¿Vivimos en una sociedad memetizada?
Algunas de las preguntas que me hago sobre los memes (aunque en verdad me río mucho más de lo que cuestiono)
Hoy la sociedad de la información se parece mucho más a la sociedad de la emoción, por todos lados se resalta la experiencia y la vivencia, usamos emojis, compartimos en redes estados de ánimo. Hoy famosos, políticos, periodistas, deportistas, activistas, empresas y publicistas se apoyan en las emociones para lograr que les demos nuestra atención, nuestro voto, nuestro tiempo o nuestro dinero. Para lograr ese objetivo generan, comparten, crean y hasta se convierten a si mismos en memes: ideas contagiosas que como los piojos pasan de una cabeza a otra y se esparcen de manera viral en un ecosistema lleno de información que compite por nuestra atención a cada segundo. Es más, ya hay personas que trabajan de hacer y compartir memes, y pueden vivir de eso…
Hablamos de pequeñas unidades de información que se replican al encontrar un huésped adecuado y un ambiente favorable, un meme es la unidad teórica más pequeña de información cultural1 transmisible de un individuo a otro, de una mente a otra, o de una generación a la siguiente. Más recientemente se adoptó la denominación para esas fotos, videos o imágenes que acompañadas de un pequeño texto se transmiten por Internet 7 por 24, y es una idea, concepto, situación, expresión o pensamiento (que puede provocar gracia o sensaciones similares) se replica a través de internet de persona a persona hasta alcanzar una amplia difusión.
“Las palabras son memes que pueden ser pronunciados”.
Daniel Dennett
Hoy, casi cualquier noticia que impacte, cualquier evento que se precie, tiene su explosión de Memes de Internet en las redes sociales mediadas por Internet, que se replica en los medios de comunicación más tradicionales amplificando su dispersión aún más.
Tengo muchas preguntas que no van a poder ser respondidas así nomás, pero me quedé pensando un poco:
¿Cuántos memes viste hoy?
¿De cuántos te acordás?
¿Qué sentiste al ver los que más recordás?
¿Cuál compartiste?
¿Cuántos tipos de memes conocés?
¿Cuántas cuentas de memes seguís en redes sociales?
¿Asocias algún tipo de memes o temáticas de memes con personas con las que los compartís?
¡Cuánta atención que ponemos en ver, hacer y compartir memes cada día!
En 1976, Richard Dawkins, acuño el término meme para construir una metáfora del gen biológico en el entorno cultural, es la unidad más pequeña de la cultura que puede transmitirse de una persona a otra, de una mente a otra e incluso de una generación a la siguiente.
La fuente de energía de los memes es nuestra atención, para obtenerla se valen de un código, un mensaje que tiene recursos de series de televisión, películas, personas famosas y populares, son en general elementos culturales reconocibles que, combinados con noticias del día u otros elementos compartidos culturalmente, construye una base para generar en nosotros una emoción intensa y el deseo de compartirla con más personas.
Con esa energía emocional un meme logra ser reproducido, transmitido, compartido, por nosotros, sus huéspedes humanos, y así llega a nuevas mentes.
Un meme nos presenta una dificultad para entenderlo, pare decodificarlo, si es muy poca (un meme muy simple) o demasiado compleja (tanto que resulta inentendible sin ayuda) no logra que lo compartamos, y termina allí su capacidad de reproducción. En cambio, si nos ha costado lo suficiente y ese esfuerzo nos hace sentir que somos capaces de entenderlo, la emoción se potencia y el deseo de compartirlo aumenta.
El libro de Dawkins "El Gen Egoísta" plantea que la información genética tiene una intención evolutiva de reproducirse y de mantenerse en el tiempo. Hace una traslación de esa lectura sobre la genética a la cultura y así nace el término meme. Entiende que nuestra capacidad de retenerlos es limitada y que existiría una lucha por la supervivencia del más apto con diferentes estrategias. Veamos algunas:
Para ser un meme debe poder ser fácilmente reproducible, tener una vida lo más larga posible y tener una estructura que permita una copia lo más fiel posible al original.
Su transmisión es muy viral, o contagiosa de manera equiparable a como lo hacen los virus.
Existen clasificaciones sobre los distintos tipos de memes que circulan: memes en texto, de vídeo, reflexivos, humorísticos, de situación...
Así que, cuando estés mirando memes, tratando de desconectarte de un día complicado o tratando de informarte poniendo distancia de la fuente original para hacer más digerible la noticia, prestá mucha atención para identificar los códigos en común con su creador y sus replicadores, a la emoción que sentís y que tratas de compartir al reenviarlos, y también a la estrategia que empleen los mismos memes para tratar de continuar existiendo, ganando la competencia a los demás memes que inundan las pantallas.
La teoría de Dawkins y sus sucesores encuadra dentro de una mirada evolucionista de la cultura, incluso se habla de una "ciencia memética". Aunque, por otro lado, se buscan otras explicaciones menos reduccionistas y menos espectaculares, incluso se los acusa de hacer pseudo ciencia... en fin...
Delia Rodríguez en su libro “Memecracia. Los Virales que nos gobiernan” plantea que hay un uso intencional de las estrategias de supervivencia de los memes en nosotros, y que de alguna manera es inevitable que éstos ingresen a nuestras mentes si conectan con nuestros sistemas de creencias.
Los memes son divertidos y contienen mucha información que, si podemos decodificar, estimulan nuestras emociones y centros de placer (es más largo de explicar en detalle, pero es lo que nos pasa cuando descubrimos y recreamos sentidos pre-codificados en un nuevo contexto). Con el pico de emoción, que implica una excitación a nivel de todo el organismo, también sentimos ganas de compartirlos, incluso si pueden desinformar o amplificar las fake news, o formar parte de una campaña publicitaria o de propaganda que emplean éstas estrategias para que se viralicen ciertos contenidos...
Advertencia: seamos criteriosos con los contenidos que pueden ser ofensivos o agresivos.
Así, somos responsables en el ecosistema memético de lo que elegimos compartir (ya sea replicando o creando), al igual que cómo, dónde y cuándo lo hacemos y a quiénes se los enviamos, tanto como de los que seguimos y aprobamos en redes sociales. Estamos en un ecosistema que requiere del cuidado de todos y todas para mantenerse en equilibrio saludable, un uso indiscriminado de memes genera un consumo de nuestros menguados recursos atencionales para temas y tareas mucho más importantes.